ENTREVISTA A NINON SEVILLA.
Por Waldemar Verdugo Fuentes.
Friday, April 18, 2014
NINÓN SEVILLA EN VOGUE.
FRAGMENTO DE "GENTE NOTABLE"
Entrevistas de escritor chileno Waldemar Verdugo Fuentes publicadas en revista Vogue y periódico Unomásuno de México, en periódico Prensa Libre de Guatemala, en revista Caras y periódico El Mercurio de Chile, citados en Hemerografía final, a Tenzin Gyatso XIV Dalai Lama de Tíbet, Claudio Arrau, John Huston, Dorothy Lamour, Anthony Quinn, Luis Miguel "Dominguín", John Hurt, Salvador Dalí, José Donoso, Ninón Sevilla, Mario Moreno "Cantinflas", Gilbert Becaud, Leonard Bernstein, Joan Manuel Serrat, Yehudi Menuhin, Charles Aznavour, Plácido Domingo, Andy Warhol, Raúl Ruíz y Nicanor Parra. Inscripción Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, Departamento de Derechos Intelectuales Antología Entrevistas, Chile. ISBN 9789563535624
http://www.amazon.com/dp/B00IIUDTTS
Tuesday, February 07, 2006
NINON SEVILLA, una estrella cercana.
"Soy de Cuba pero también formo parte del patrimonio fílmico de México, donde he aprendido que el oficio que se haga, hágase bien. Aquí se trata de buscar entre muchos la verdad. Nada más".
Por Waldemar Verdugo Fuentes.
(Publicado en fragmentos en VOGUE, 1983, UnoMasUno-Mexico 1987)
Actriz cubana Ninón Sevilla con Waldemar Verdugo, autor de esta entrevista, y el primer actor Frank Moro con escritora mexicana Tere Vale. Palacio de Bellas Artes, México 1992.
(Ninón Sevilla)
Por Waldemar Verdugo Fuentes.
(Publicado en fragmentos en VOGUE, 1983, UnoMasUno-Mexico 1987)
Actriz cubana Ninón Sevilla con Waldemar Verdugo, autor de esta entrevista, y el primer actor Frank Moro con escritora mexicana Tere Vale. Palacio de Bellas Artes, México 1992.
"¡Mira Mijo, que una Pierna Bonita Siempre Pone de Buen Humor!".
(Ninón Sevilla, para esta entrevista).
ELOGIO A NINÓN SEVILLA.
La más alta estrella que aporta Cuba en el siglo XX al cine.
(Fragmento de "Gentes Notables")
Del género musical llamado "de rumberas", que brotó en la llamada Época de Oro del cine mexicano, a mediados del siglo XX, surge Ninón Sevilla. Su estilo es una extrañísimo fenómeno, que la llevaría desde un cabaret a mitificar en el cine latino el "reinado de las malas": ciertas heroínas que se imponen a todos, de cualidades excepcionales, que muchas veces son chicas a las que nadie detiene si se trata de ayudar a su familia o para salir de la pobreza. Personaje que el pueblo de nuestros países acoge de inmediato, y sin embargo, por casi una década, la crítica se mantiene en silencio. Fenómeno común a toda la Época de Oro del cine mexicano, considerado primeramente masivo, popular, industrial y, por lo tanto, despreciado por la sesuda intelectualidad latina. Este cine "de rumberas", con producciones que ni se acercaban a la generosidad de inversión del Hollywood de entonces, en México se hizo a pulso, naciendo figuras de las cuales Ninón Sevilla es su máximo exponente junto a nombres como Amalia Aguilar, Meche Barba, Rosa Carmina, Yolanda Montes “Tongolele” y María Antonieta Pons. Este género de “rumberas” fue muy popular en nuestros pueblos pero fue rechazado por la intelectualidad americana que, se diría, casi pasó por alto al cine mexicano de esa época preciosa, hasta que es reconocido en Francia, cuya "nueva ola" revolucionaría la cinematografía europea. Actrices como María Félix, fotógrafos como Gabriel Figueroa, directores como Emilio "el Indio" Fernández, son reconocidos primero en Francia; después se ocupa de ellos la crítica en nuestros países de América. Ninón Sevilla, igualmente, primero es aplaudida por los cineastas que crearon el llamado "cine de autor", cuando desde su revista "Cahier du Cinema", escriben de ella desde Godard a Francois Truffaut ("Is Ninón dancing for glory? No way, never. It is quite clear Ninón is dancing for pleasure!") Hoy, las más de las películas de este género que brotó en la época del Oro mexicano, ya revalorizadas internacionalmente, son patrimonio de los cines de arte.
Ninón Sevilla nació entre las dos guerras
mundiales del siglo XX, en La Habana, Cuba, y su nombre verdadero es Neé Emelia
Pérez Castellanos: deseaba convertirse en monja misionera, pero su pasión por
el baile y el mundo del espectáculo fue más fuerte. Mantiene una carrera
extraordinariamente vigente a través del teatro, telenovelas y presentaciones
personales entre Estados Unidos y México: ("mantengo hogar en los dos
países"). En este último tiempo ha sido invitada a presentarse en
Festivales de cine de países como Francia, España, Brasil, Israel y Japón,
donde se han realizado retrospectivas de sus películas, que había de dar forma
a su estilo a partir de "Carita de cielo" (México, 1946). Por
ejemplo, en 1992, una muestra de sus cintas dobladas al idish, en Tel Aviv,
incluye “Señora Tentación”, "Yambao", "Coqueta",
"Perdida", "Sensualidad", "Aventurera",
"Mulata" y "Víctimas del pecado". Los críticos
"underground" neoyorquinos, programan sus cintas en ciclos que
incluyen a las grandes "malas": Theda Bara, Joan Croawford y Bette
Davis. ¿Qué tiene en común con ellas Ninón Sevilla? Digamos que ella conforma
en Latinoamérica, la exponente por excelencia de esa clase de películas que llevó
a las "vamps" a convertirse en actrices, actuando de malas-malas, de
mujeres que podían hacer sufrir hasta lo indecible a las otras mujeres por un
objetivo, o que no trepidaban en hacer lo que fuera para levantarse a sí mismas
o a los que amaban.
En los actuales cánones del cine la maldad
absoluta sólo se practica en la ciencia ficción; en otra clase de cintas
raramente hoy se ve, incluyendo varios intentos fallidos, porque los roles de
"mala", siendo muy cotizados, implican encarnar un estilo difícil.
Los conceptos han variado mucho desde los tiempos de Theda Bara, que marca el
debut de la vampiresa en el cine, en 1914, cuando es creada para acusar la
presencia de las "reinas buenas" (como Mary Pickford y Lillian Gish,
incorruptibles como una roca, ideales también relegados del cine actual).
Entonces, "la mala" fue creada para realizar todas las acciones que a
"la buena" le estaban prohibidas. Theda Bara aparecía en la pantalla
con ropajes estrafalarios que simulaban telas de araña y alas de murciélago,
sugiriendo ser victimaria en búsqueda de una víctima, con sanguinaria sonrisa.
Theda era literalmente una asesina en sus películas, al final siempre degradada
y sin un centavo, pero íntegra. Nadie creía verdaderamente en los pecados de
Theda Bara, como se creía en la "pureza" de la buena. Por eso, los
Estudios cinematográficos de la época exaltaban la vida privada de las actrices
atribuyéndole las características que remecían al público espectador. Era,
ciertamente, un cine ingenuo, enormemente exitoso, nacido en el alba del
séptimo arte.
En los “locos años veinte”, las reinas malas
se hacen menos siniestras; de acuerdo con las burbujas de la época, se
suavizan, se muestran menos evidentes y ciertamente mimosas, como Nita Naldi
seduciendo a Valentino en "Sangre y arena". El concepto fue cambiando
a medida que la reina buena demostró poder recurrir un poco a la sensualidad
sin perder su lugar. Las primeras vampiresas del cine destrozaban completamente
la vida de los hombres. Luego comenzaron a divertirse un poco y al final sus
víctimas regresaban a sus esposas y novias, algunas de las cuales aprendían una
lección y se decidían por adoptar algunos métodos de sus peligrosas rivales. En
el momento en que la reina buena se decidía a actuar, la reina mala desaparecía;
luego, si llegaba a quedarse era repudiada como "la otra", tal cual
Rita Hayworth en el mismo papel de la Naldi para la versión sonora de
"Sangre y arena".
El estilo difícil de las reinas malas llega
a su más alto concepto en Estados Unidos, cuando aparecen Joan Croawford y
Bette Davis en la década de 1930. El afiche de entonces de una película de
Davis dice: "Nadie es tan buena cuando hace de mala como Bette
Davis". A ella se le recuerda por sus ojos y por la fuerza que ponía en
líneas como: -Te atraparé aunque tenga
que volver de la tumba para hacerlo.
-Me
encantaría besarte, pero acabo de lavar mi pelo.
O, en "La malvada": -Ajústense los cinturones, será una noche
tormentosa.
A Bette Davis, en su apogeo en Hollywood, la
apodaban el "quinto hermano Warner", por su éxito de taquilla, pero
también porque impuso cualidades consideradas entonces masculinas: fuerza,
tenacidad, valor. Una mezcla explosiva que en los años cuarenta alcanza su
apogeo en el cine norteamericano. En esos años es cuando surge en México Ninón
Sevilla, ubicándose sin esfuerzo en el gusto popular. Ya Theda Bara había sido
olvidada y Ninón adopta de ella el aire "vamp", le pone música, bebe
y fuma en sus películas y se va por las calles perdidas. Sin miramientos
encarna a “mujeres que han caído muy bajo".
En "Aventurera", por ejemplo,
encontramos a Ninón perdida en un cabaret, abrumada, envuelta en un traje
plateado que resalta su belleza, abierto hasta muy arriba del muslo, subida en
sus zapatos de tacos muy altos tomados con tiritas (que, a partir de ella
seguirían usando las mujeres perdidas del cine); la vemos con una copa en la
mano que dobla cada vez más; así recibe la espléndida revelación de "ser
lo que se es" y sabe, definitivamente "lo que realmente soy",
sin otro destino posible, y acepta su destino, y cruza, íntegra, el salón,
mientras canta Pedro Vargas la música enorme de Agustín Lara, que escribiera
las canciones de la mayoría de sus películas. Allí se ve, en esencia, el
personaje que creó Ninón: una mujer recargada en una columna, fumando,
pensativa, melancólicamente fascinante, esperando lo que sea que tenga que
llegar o esperando nada "que al final ni importa". Esa escena de
"Aventurera", la más espléndida de "reina mala" en el cine
latinoamericano, la filmó Ninón Sevilla en tres minutos, y creó un estereotipo
que ha sido copiado una y otra vez, pero, en verdad, inimitable. En otra de sus
películas, "No niego mi pasado" (dirigida por Alberto Goult) hace de
prostituta falsa e ingeniosa, que con un cómplice explota a los hombres
"con trucos" para "ayudar a su familia a poner una tienda".
Al final, se casa con el hombre del que se enamora, un rico industrial que le
perdona "todo su pasado"; retratando por primera vez en nuestro cine
el nuevo tipo de familia fundada luego de la Segunda Guerra mundial, en que
"el amor todo lo perdona".
Debo anotar aquí que Ninón Sevilla, la reina
mala del cine latinoamericano, en la vida real es uno de esos ángeles que hacen
mejor todo a su alrededor. Debo decir que he cultivado su amistad desde 1980,
cuando por primera vez llegué a la Ciudad de México contratado por un año que
se convirtió en casi una década: entonces, por pura casualidad, aún sin
instalarme y viviendo en casa de amigos, me enviaron a entrevistar a Ninón por un
homenaje que había recibido en el Festival de Cannes. Llamó mi atención que en
el carro del fotógrafo llegamos en cinco minutos a la casa de la estrella, un
sector de edificios departamentales alrededor de una plaza con fuentes y
árboles. Fue tan absolutamente cálida que me inspiró la confianza de decirle
que andaba en búsqueda de un departamento, cerca de mi oficina en Vogue que
comenzó a publicarse en lengua española en un piso muy cómodo con su terraza en
el edificio del diario Novedades, en calle Balderas con la de Ayuntamiento. Al
otro día con agrado recibí una llamada telefónica de la más alta estrella
cubana, según creo, para anunciarme que tenía un dato de un departamento, que
fue al final mi hogar durante casi diez años: era un barco anclado encima de
uno de los edificios que da a la Plaza Washington de la Colonia Juárez, donde
aprendí muchas cosas y a cultivar amigos que hasta hoy conservo, como ella
misma que se convirtió en todo ese tiempo en una presencia amable, sabia y
oracular en mi vida. Por eso menciono un
detalle para ella pero fundamental para otros, porque es justo rescatar también
aquí hechos de su enorme estatura humana, al final que su aporte a la historia
del cine es ahora patrimonio de los feligreses y cultores de la sala oscura. Por
esta invaluable amistad con Ninón puedo ahora decir que muchos de sus amigos
también fueron mis amigos: cómo dejar de citar a Margo Su, la legendaria
empresaria de cuya mano entré por primera vez al Teatro Blanquita y vi la
función de atrás de las cortinas y quedé maravillado. A la querida Carmen Salinas, una de las más
altas comediantes de nuestros países. A esa gran actriz que es doña María
Victoria. A Nancy Cárdenas, que en el departamento de Ninón acordamos su
columna mensual de crítica teatral en Vogue, donde nos colaboró hasta que se
devolvió a la distancia. Ninón me llevó a una cena en la casa de Ernesto
Alonso, donde fui presentado a María Félix y la convencí para dejarse
fotografiar por nosotros luego de casi veinte años sin permitir fotos ni conceder
entrevista alguna. También ella me presentó a Celia Cruz, Libertad Lamarque,
Rosita Quintana y Lucha Villa, a quienes en noches memorables íbamos a ver
actuar en Garibaldi. Recuerdo haber terminado muchas veces invariablemente la
noche de ronda en la mesa que siempre tienen reservada para la estrella en el
“Night and Day” de la calle Dinamarca: allí conocí a Monna Bell, también una de
las amigas entrañables que me ha regalado la vida. Aquí debo recordar al enorme
actor de Cuba Frank Moro, de gran éxito en México y otros países gracias a la
televisión, pero excelente actor de teatro y amigo de verdad: cuando la bella
actriz y productora argentina avecindada en México Christian Bach no era aún la
señora de Humberto Zurita, con Frank la sacábamos a cenar y la acompañábamos
para protegerla de la fauna que la acosaba, je. También le cuidamos las
espaldas a la actriz española Gemma Cuervo, durante una época que hizo teatro
en México y a quien invité a escribir sus experiencias en América que salieron
publicadas en Vogue, y a mi amiga Nacha Guevara, la genial artista argentina,
que en México tiene también su público. Ahora puedo escribir que las puertas
que me abrió Ninón Sevilla hicieron mi vida más alegre. Ella vive agradecida de
México, porque siendo famosa en Cuba y actuado con enorme éxito en toda
Sudamérica, reconoce haber encauzado su carrera a partir de "Víctimas del
pecado" (1950), donde la dirigió Emilio "el Indio" Fernández y
hace la fotografía Gabriel Figueroa. Allí se ve la escena famosa de su baile de
caderas en el cabaret "La máquina loca" de Tlatelolco. Recuerda la
actriz:
-Esa cinta me permitió salir de prostituta
pobre. Emilio y Gabriel me dejaron ser actriz; me hicieron sentir que ya no
importaba si mis piernas eran bonitas o no, me hicieron sentir que lo que
realmente importaba era lo que yo podía expresar con cada uno de mis miembros,
con mis gestos. La escena en el cabaret la improvisé toda. Le dije a Emilio que
abriera los micrófonos y que grabáramos directamente, sin play back, para que
todo fuera más real. Y así resultó bien. Desde entonces, pedí en mis películas
micrófono abierto y, hasta ahora, el uso del play back es muestra de poco
profesionalismo. Ahora en un concierto donde el cantante se presenta al público
imitándose a sí mismo, apoyado en una grabación, es muy mal visto. Claro es que
nunca fui cantante. Si canté lo hice porque se me exigió. Grabé un disco LP que
armó escándalo porque contenía la primer canción alburera que se tocó en la
radio, por poco tiempo, claro, pero se hizo popular: "Los hermanos
Pinzones", esa que dice: "Los hermanos Pinzones, eran unos...
Marineros... etc...” En lo personal ese LP es una anécdota graciosa en mi vida.
Yo soy una actriz que ha usado canciones para enmarcar su trabajo”.
Y no ha hecho poco Ninón Sevilla por la
música y la danza en Latinoamérica: de la isla trajo sus bailes (es coreógrafa
de muchas de sus cintas) y surgieron de sus películas figuras como Dámaso Pérez
Prado, popularizó el mambo, el cha-cha-chá... Afirma ella:
-¡Así es mi niño! Todos mis bailes los
creaba yo misma, y traje algunos ritmos de Cuba que se impusieron de inmediato.
También diseñaba mis vestuarios y daba ideas para mis coreografías.
Generalmente mis vestuarios eran muy caros y los productores no podían pagar la
escenografía, así es que el déficit lo cubría con mi sueldo. ¿Para qué otra
cosa puede servir el dinero si no es para hacer las cosas mejor?. El problema
es cuando no hay profesionalismo. Cuando me inicié en el cine, ya sabía algo de
música; aprendí a bailar mirando simplemente, en La Habana; viendo bailar al
pueblo también adquirí la música. A veces, algún director me decía: "A
ver, aquí quiero que baile usted algo tropical". Y decía yo: "Sí,
pero ¿qué cosa tropical quiere usted que baile?". "Pues, lo que sea
tropical". Y decía yo: "Pero señor, no expresan lo mismo un mambo que
una cumbia o un cha-cha-chá que una rumba, son expresiones diferentes. ¿Usted
qué quiere que yo exprese? ¿Usted sabe lo que es una cumbia?". "Sí,
sí, es un baile cubano, tropical…" "Sí, claro -decía yo-. Eso es una
cumbia... ¿Cómo puedes enseñarle a quien pretende dirigirte?... A la hora del
número, llegaba al set y me presentaba con mis vestidos, y el director decía:
"Ese no es el vestido que yo ordené". Y yo respondía: "¡Claro
que no! Ese vestido que usted ordenó lleno de pencas de plátano de este tamaño,
eso no me pongo yo, eso es una mala copia de lo que vestía Josephine Baker en
París; pero, eso, no lo usa ninguna mujer cabaretera en América". Así puse
en mis ropas plumas de pájaros de nuestros países, del quetzal y el ave real,
hice bordar en mis vestidos nuestras flores y me planté en la cabeza vasijas
pintadas con escritura maya, con grecas araucanas y soles incásicos. Yo creo
que los problemas de dinero para una filmación se pueden superar, pero un mal
director es algo insuperable...”
Cuando Ninón filma en México su primer éxito
internacional, "Pecadora", el director José Díaz Morales, para las
pruebas de cámara, le insiste en que se suba las faldas. Las levanta un poco,
se ruboriza, se enoja: "¿Qué tienen que ver mis piernas con mi
actuación?", estalla: "¿Así es que quieren pierna? ¡Sea! ¡Tendrán
pierna!". Y muestra hasta donde es posible mostrar, sin filmar jamás
desnuda completamente. Nos dice Ninón:
-En aquella época Pedro Armendáriz regresó
de Francia, donde había filmado "Lucrecia Borgia", y me dijo:
"Fíjate comadrita que en Francia dicen ahora que estamos muy
atrasados..." "¿Cómo?", le respondí. "Pues sí -dijo-. Dicen
que nuestro cine está muy bien, pero que nos estamos quedando atrás porque no
mostramos cuerpo y la chingada. Hay que hacer algo". "¡Haremos
algo!", le respondí. Y filmamos "Mulata" en Cuba. Cuando
llegamos a la isla, fui y contraté a las modelos de la Escuela de Pintura, cuyo
trabajo era también mostrar los pechos desnudos. Y me fui y compré pantaletas
de jersey y les cubrí el resto del cuerpo, y así desvestidas ellas me
acompañaron en las secuencias de baile. Luego del estreno en Francia, a mi
compadre le dijeron: "¡Qué erotismo! Que adelantados están ustedes en
Latinoamérica..."
"Sí. Llegué a ser popular en Europa.
También en países de Oriente como Japón, donde entraron mis películas a finales
de los cincuentas: la primera vez que visité Kioto, me esperaban miles de
japoneses que coreaban mi nombre, que para ellos significa algo así como una
tempestad, como un ciclón (de hecho me decían "el ciclón del Caribe",
lo que me causaba mucha gracia). Cuando vi mi primera película traducida el
japonés, me pregunté cómo lograban entender la trama, creo que se trataba de
"Aventurera", porque en muchos parlamentos yo veía que no aparecía el
texto traducido; pero para ellos todo era muy claro; así fui comprendiendo la
fuerza enorme de comunicación que es el cine, y la capacidad de síntesis que
contienen algunas lenguas. La música de Agustín Lara y la voz de Pedro Vargas,
después de mis películas, se hicieron muy populares en todo Oriente. El público
es agradecido con sus artistas, y los recuerda y cuando puede expresar su
cariño, lo hace. Por ejemplo, yo pensé que en Francia estaba olvidada. Pero, a
finales de los ochentas, me invitaron al Festival de Cine de Marsella; iba con
mi chofer en un convertible descapotado, porque hacía un calor inmenso, cuando
en una esquina, con luz roja, vi que unas personas comenzaban a correr hacia
nosotros gritando: "¡Sevillé! ¡Sevillé!". Me asusté porque los vi que
rodeaban el auto; no me di cuenta qué pasaba hasta que, muchos me extendían
papel y lápiz para que les firmara, claro, "Sevillé" era yo, c’est
moi...”
Roger Vadim, en "Cahier du
Cinema", refiriéndose a la creación de Brigitte Bardot, su mito erótico
cinematográfico, dice: "La idea fue hacer de Brigitte una presencia con
fuerza semejante a la de Ninón Sevilla, que cuando aparece en la pantalla todo
se difumina a su alrededor. Mala, pero jamás malvada". Las
"malas" de Ninón son, de inmediato, mujeres que se imponen, primero,
por su belleza, que las hace básicamente agradables. Sus crímenes los cometen
forzadas por las circunstancias o por alteraciones emocionales, más que por cálculos.
Son mujeres bellas que actúan mal, pero no malvadas en esencia. Son mujeres
rebeldes que nunca se arrepienten, como resignadas a cierto destino
infranqueable en las cosas que las obliga a actuar como un haz. El estilo
difícil de sus personajes se alza contra la imagen de la madre abnegada, tan
popular en los comienzos del cine latinoamericano. En plena filmación, Ninón
improvisaba frases como:
-Esas, ¿por qué tienen abrigos de pieles y
yo no?
-Con estas piernas, ¿qué otra cosa podía yo
hacer?
O: -Voy a arañarte cuando se seque el
esmalte de mis uñas.
Recuerda
Ninón: -Todo lo que yo inventaba, por supuesto, era congruente con el
personaje. Me posesionaba completamente de mis papeles, pensando en que el
público debía creer lo que yo estaba mostrando, y para eso, primero, debía
creerme yo misma, lo que implicaba, por la realidad del personaje, olvidar toda
una serie de valores... cuando terminaba de filmar, era como si despertara de
un sueño, y me preguntaba: "¿qué pasó?". Era como si el personaje me
hubiera posesionado, y yo decía: "bueno, es que he renunciado a mí misma
un momento, nada más un momento". Una vez, mirando las pruebas vi cómo
decía groserías de alto calibre, y lo tomaron todo sin inmutarse; pensé:
"esa que habla no soy yo, no puedo ser yo". Y pedí que se eliminara
toda esa parte de la versión final. Porque, si bien mis personajes son mujeres
violentas en sus circunstancias, la mayoría nunca son vulgares. Porque la
violencia extrema no es vulgar, al contrario, es de lo más sofisticado: algo
que ahora casi no se toca, por la falta de guiones apropiados. Nunca dije
groserías explícitas en mis películas. Además, casi siempre he filmado fuera de
Cuba, por las circunstancias de mi vida simplemente, o sea, he sido
generalmente una actriz extranjera. Y tú comprendes que no querría que fuera
cancelada mi visa de trabajo por decir demasiado o mostrar demasiado. Yo nunca
enseño nada. Sólo insinúo.
Es el reinado de las "malas" del
cine consecuencia de un estilo más innovador que receptivo, sin ceremonia, tal
cual una curva en un camino largo, en que la risa también forma parte de él,
así como las decisiones inmediatas. Para Ninón: "resulta mucho más
divertido representar a una dama perdida que a una dama llena de remilgos. La
manera difícil de vivir es la que mostré en mis películas, y ha sido para mí
plena diversión en la medida en que invierto todo mi tiempo en mi trabajo. He
vivido para trabajar, y no es fácil la disciplina que impone el cine y que
ahora vivo en la televisión: levantarme al amanecer para estar temprano en el
set; comenzar a trabajar con la primera luz del día... el trabajo de una
actriz, en esto, se emparienta con el trabajo de la campesina, que es un
trabajo duro. Claro, si la vida fuera algo fácil, ¿qué gracia tiene?".
Es cierto que los hombres actores que hacen
de "malos" nunca han logrado transmitir ese desprecio por el mundo
que expresan las "malas", ni lo hondo de su caída. Las vampiresas
siempre han causado mayor impacto en el público que los gigolós. En Estados
Unidos, por decir, Bette Davis no tiene una estrella masculina que se le
compare, ni siquiera que se le acerque. La excelencia ha hecho de las reinas
malas un papel dificilísimo de encarnar (y encontrar); a las actrices no les
interesa aparecer desaliñadas, con años de más, si es un buen papel de
"mala". Así, desde la década de 1950 hasta ahora, hemos visto mujeres
gánsteres, espías, posesionadas, diabólicas, psicópatas, mujeres fenómenos, en
que sus poderes las sume en límites increíbles. Sin embargo, contadísimas han
logrado destacar: en Hollywood Lana Turner (en "El cartero llama dos
veces"); Ann Blyth (en "Mildred Pierce"); Jennifer Jones (en
"Duelo al sol"); Ava Gardner (en "Los asesinos") y Linda
Darnell (en "Angeles caídos"). En 1958 surge Susan Hayward, al filmar
la historia de la primera mujer condenada a la silla eléctrica (en "La que
no quería morir"), y luego Bárbara Stanwyck logra llegar con "El
extraño amor de Martha Ivers". También es cuando se solidifica la otra
gran "mala" de la meca del cine: Joan Crawford. Heredera vigente de
esa tradición es Elyzabeth Taylor, quien se impone finalmente haciendo de
prostituta elegante en "Una Venus en visón", y usa sus primeras
canas, engorda y se emborracha, haciendo gala de un lenguaje soez como nunca se
había escuchado en una cinta de Hollywood (en "¿Quién le teme a Virginia
Woolf?"). En Estados Unidos, la tradición de la "mala" se
quiebra en dos cuando surge Marilyn Monroe, al transformar el papel de mala en
el de villana ingenua (a partir de "Niágara"), que convierte el
reinado en un punto y aparte. Cuando se impone Marilyn, es cierto, ya el estilo
difícil se había extendido. De Latinoamérica, además de Ninón Sevilla, se ubica
internacionalmente a Andrea Palma (en "La mujer del puerto"), que se
ubica en uno de los mejores momentos visuales de la época de Oro del cine
mexicano. Cuando Ninón ya había trascendido sus papeles de rumbera, comienza el
auge en Europa: en Francia surge Simone Signoret encarnando a una adúltera (en
"Almas en subasta" y es una de "Las diabólicas"); surge
Jeanne Moreau (en "Diario de una mucama"); aún cuando el rol de
"mala" en el cine galo es por excelencia patrimonio de Viviane
Romance, en sus papeles que popularizaron en todo el mundo el término "femme
fatale". En Inglaterra se ubica a Sarah Miles (en "El
sirviente"), y luego a Julie Christie, que en "Darling" es una
mala envuelta en desconcierto e inseguridad. En Suecia, Harried Handersson es
una intrigante perfecta en "La noche de los forasteros". En Italia se
ubican dos cintas memorables: "Bocaccio 70" (el único rol de reina
mala que logra Romy Schneider), y esa memorable cinta de Federico Fellini en
que surge Anita Ekberg bañándose vestida, en una fuente de una plaza pública
romana, cierta noche de calor...
Las dulzuras de Dolores del Río, los rizos
de Shirley Temple, las lágrimas de Ingrid Bergman, las niñerías de Debbie
Reynolds y Doris Day están muy lejos de ellas. Y mantienen su sitial con
firmeza. Bette Davis, que murió en 1989, nunca dejó de reinar en estos papeles,
así, al final de su vida, aún hizo "¿Quién yace en mi tumba?", donde
interpreta el doble papel de unas hermanas, ambas asesinas, y "¿Qué pasó
con Baby Jane?", donde ensaña su maldad junto a Joan Crawford, en un
clásico del género (hay una versión inglesa de la cinta con Lynn y Vanessa
Redgrave). También de Bette Davis repite Kim Novak, en los setentas, el papel
de Mildred en "Servidumbre humana", y lo hace bien. En la década de
1980 surge Glenn Close, haciendo muy buenas "malas" en "Relaciones
Peligrosas" y "Atracción fatal". También solidifica su carrera
de una vez Judy Foster, cuando hace de prostituta adolescente en "Taxi
Driver". Es cierto que una lista completa de actrices que han moldeado su
estatura haciendo estos roles, no es muy larga.
En el cine latinoamericano, por decir, pocas
otras actrices de cine se han identificado en estos roles, y es la razón que, a
pesar de los años, Ninón Sevilla se mantiene vigente y en un sitial
privilegiado: sus películas son patrimonio de los festivales internacionales o
de los cines de arte; cuando más se transmiten en la televisión sin censura,
para público de criterio formado, porque son escasas: ya sabemos que es un
estilo difícil. En México, entre uno y otro viaje con largas estadías, Ninón
Sevilla ha vivido más de la mitad de su vida: con orgullo nos cuenta que llegó
por primera vez cuando la Revolución mexicana “era una revolución sobre la cual
estaban puestos los ojos del mundo”. Nos dice:
-Los maestros que alcancé a conocer de la
entonces joven Revolución mexicana, como el reformador José Vasconcelos o don
Alfonso Reyes, me enseñaron a considerar que las profesiones bien servidas son
la forma digna de vivir. Cuando llegué a México trabajaba aquí con los maestros
la escritora chilena Gabriela Mistral, a quien conocí: de ella escuchaba
repetir que una profesión bien servida es la solución a los males de la
sociedad. El cine, la Mistral lo consideraba la mejor herramienta para la
educación que se podía haber inventado, y lo ocupó donde iba enseñando, porque
ella no se quedaba aquí en la Ciudad de México y se iba por los pueblos
llevando además de sus lápices y cuadernos, una moderna proyectora de películas
de entonces, pero aún venían las cintas en unos rollos muy complicados de
manejar por lo frágiles, protegidos en unos envases de lata, pesados e
incómodos que la Mistral se ocupaba de hacer transportar a los pueblos donde
iba a trabajar. ¿Sabes que durante una época en varios países del mundo se
opusieron a seguir produciendo cine por considerarlo dañino para la mente y la
salud? Aquí se levantó de inmediato como voz de alerta la Mistral declarando
que era pura ignorancia no reconocer el cine como arte, algo de lo cual, debo
confesarte, yo no estaba muy convencida hasta entonces, cuando lo aprendí de
ella. También luego de verla fumar a ella en público se me ocurrió salir
fumando en mis películas, antes ninguna actriz lo había hecho. Pienso que ella
fue la primera mujer en fumar en público, naturalmente, en México. Luego
Gabriela Mistral fue nombrada por las Naciones Unidas, que entonces se llamaba
Liga de las Naciones, a cargo del Instituto Cinematográfico Educativo en Roma,
donde hizo mucho por el cine para que fuera finalmente aceptado como
herramienta de educación, algo que ella aprendió a utilizar para hacer mejor su
oficio, que al final es lo que uno debe hacer: lo que sea que uno haga en la
vida que sea lo mejor que podemos hacer, en función de servicio al oficio de
cada uno. Porque los trabajadores que forjamos esa buena época del cine
latinoamericano desde México, sólo queríamos cumplir bien con lo que hacíamos,
inflamados por la Revolución. Las profesiones mal servidas, malos médicos,
malos artesanos, malos políticos, son el principio de las calamidades que viven
nuestros pueblos. Si los países tuvieran buenos políticos, ¿por qué habría de
existir desabastecimiento y gente sin hogar? Si tuviéramos buenos dirigentes
médicos, ¿por qué la gente no tendría acceso a curar sus enfermedades? Yo me
hice actriz porque consideré que era la forma en que podía servir a mi tiempo;
sirvo en la medida en que puedo aliviar unos instantes al atribulado hombre
nuestro de cada día; en la medida en que puedo, por unos minutos, los que dura
una función de cine, alivianar su carga, entreteniéndolo lo mejor posible, en
la medida en que me dejaron mis libretos o, cuando pude, improvisando. Por eso
sigo trabajando, hago teatro, hago televisión, pero cine no he filmado en años,
porque no me han ofrecido un guion que lo amerite. Y a estas alturas no me
importa: sólo sigo trabajando en el convencimiento de que el trabajo es una
especie de tributo al semejante y es una manera de relacionarse con Dios; una
forma de buscar la verdad. Lo que se haga, hágase bien, que aquí se trata de
buscar entre muchos la verdad. Nada más.
-Gracias.Foto: Yolanda Montes "Tongolele", Ninón Sevilla y Waldemar Verdugo Fuentes, México.
FILMOGRAFÍA ESENCIAL DE NINÓN SEVILLA
-Carita de Cielo, 1946 (Director: José Díaz Morales)
-Pecadora, 1947 (José Díaz Morales)
-Señora Tentación, 1948 (José Díaz Morales)
-La Feria de Jalisco, 1948 (Chano Urueta)
-Revancha, 1948 (Alberto Gout)
-Coqueta, 1949 (Fernando A. Rivero)
-Perdida, 1950 (Fernando A. Rivero)
-Aventurera, 1950 (Alberto Gout)
-Víctimas del Pecado, 1950 (Emilio Fernández)
-Sensualidad, 1951 (Alberto Gout)
-No niego mi pasado, 1952 (Alberto Gout)
-Recuerdo del Otro, 1952 (Alberto Gout)
-Aventura en Río, 1952 (Alberto Gout) México-Brasil
-Llévame en tus brazos, 1954 (Julio Bracho)
-Mulata, 1954 (Gilberto Martínez Solares) México-Cuba
-Club de señoritas, 1956 (Gilberto Martínez Solares)
-Amor y Pecado, 1956 (Alfredo B. Crevenna) México-Venezuela
-Yambao (Young and Evil), 1957 (Alfredo B. Crevenna) México-Cuba-USA
-Maratón de baile, 1958 (René Cardona)
-Música de Ayer, 1958 (Juan de Orduña) España
-Mulher de Fogo, 1959 (Tito Davison y Oswaldo Louzada) Brasil
-Las noches del Blanquita, 1981 (Mario Hernández)
-Viva el chubasco, 1983 (Mario Hernández)
-El mexicano feo, 1984 (Alfredo B. Crevenna)
-Hoy como ayer, 1987 (Constante Diego y Sergio Véjar)
-El cabaretero y sus golfas, 1988 (Raúl Ramírez)
-Rumbera, 1989 (Alfredo B. Crevenna)
-Jóvenes delincuentes, 1991 (Mario Hernández)
En dos películas se le rinde homenaje:
-México de mis amores, 1979 (Nancy Cárdenas), donde se rescatan los tres minutos cuando cruza Ninón un cabaret nocturnal vestida de plateado y zapato de tiritas, a ratos apoyada en una columna mientras fuma, bebe mientras canta Pedro Vargas la música enorme Agustín Lara más allá, en su piano.
-Noche de carnaval, 1981 (Mario Hernández), un guión inclasificable en que Ninón Sevilla se encuentra con Ninón Sevilla cierta noche de carnaval en Veracruz.
En TV-Series Ninón Sevilla debutó en 1964 en “Juicio de Almas”, con la actriz española Ofelia Guilmáin y Andrea Palma (la célebre intérprete de “La mujer del Puerto”).
Otras TV-Series en que ha intervenido Ninón Sevilla:
-Tu eres mi destino, 1984 (dirigida por José Rendón y Claudio Reyes Rubio)
-Rosa Salvaje, 1987 (Beatriz Sheridan)
-Cuando llega el amor, 1990 (Miguel Córcega y Mónica Miguel)
-María la del Barrio, 1996 (Marta Luna y Beatriz Sheridan)
-La usurpadora, 1998 (Karina Duprez y Jesús Nájera Saro)
-Rosalinda, 1999 (Karina Duprez y Beatriz Sheridan)
-Tres mujeres, 1999 (Raúl Araiza)
-El precio de tu amor, 2000 (Claudio Reyes Rubio)
-Entre el amor y el odio, 2002 (Miguel Córcega y Víctor Fouilloux)
FUENTE: Artes e Historia-México Waldemar Verdugo Fuentes, 2004.
VOLVER AL SITIO RAIZ: http://waldemarverdugo.blogspot.com
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